Destello de felicidad



Me despierto sobre el Sur del intuyente Brasil. Poso la mirada de refilón, que interrumpe mi vecina de asiento redoblándose el cuello, sobre la ventanilla; y veo el horizonte salpicado por plateados charcos, destello bajo la oscuridad nocturna que se aduerme sobre las nubes.

Aquí, alguien que emprende un viaje y otra que detiene sus andaduras en un postergado final. Sobre el paladar se constata el cruce, evadiéndose las palabras coordenadas en frases, codificadas en latitudes trazadas y por trazar. Enamorada del ocre paisaje ibérico que lima las cálidas orillas del lugar que cantaba Serrat, me describe apasionadamente cada monumento conquistado, cada paso mal o bien dado, cada reloj que sepultó junto con los calendarios bajo la fina arena. Desayunamos en la altitud anécdotas, recuerdos y porvenires con magdalenas y café plastificado.

Sobre los Sures del destello.

Despedimos suertes en el aterrizaje y esperamos que las casualidades nos sigan indicando los viajes que debemos emprender. Llego algo cansado a la cinta de equipajes y hablando de casualidades que pensé haber dejado en algun asiento del avión, vuelvo a encontrármelo. Tuve que constatarlo con dos miradas furtivas pero era él, no cabía duda alguna. Solo, hablando soliloquios con su móvil planchado sobre la oreja. Es de las personas que enlazan con otras que tú también conoces, alguien que comparte ciegamente un diálogo, cuentos y la filosofía de lo mundano con el colectivo anónimo. Ahora lo veo como siempre: absorto con su móvil y buscando donde inclinar la mirada,incapaz de reconocer a sus oyentes, sus compañeros y compañeras de ilusiones y canciones que comprimen un orbe de alguna perdida galaxia. Podría haberme acercado, preguntarle "¿tú por aquí? Bah...por la película, ¿no?"...o un simple, "hola, ¿qué tal?"... Pero no sirve de nada porque no me reconoce. Tampoco es que me importe mucho, pero te impacta que las voces acompañadas de acordes cobren una fisionomía tan concreta y cercana y en un lugar como este.

Cojo mi mochila y se abren las puertas. Me despido de Ismael Serrano y los demás viajeros. El taxista me ofrece un cigarrillo y abro la ventana. Se filtra el frío matutino.

- ¿La primera vez en Buenos Aires?
- Sí...
- Dale...te va a encantar.


P.D. Les dejo con una canción que se me metió en el oido mientras me dirigía en taxi a Buenos Aires...


Comentarios

Yaiza ha dicho que…
Hace dos días escuchaba esta canción y me emocioné mucho. Creo que nunca la había oído.

Huir al Sur para comenzar de nuevo... Ojalá que tengas muchos destellos de felicidad (en cualquiera de los puntos cardinales en los que te encuentres).

Un besito!!
Diebelz ha dicho que…
Y viajar al Sur con I.Serrano en el avión fue una coincidencia de la más SURrealista...fijo que viajó delante, en primera clase y por eso no lo vi antes de recoger el equipaje... ¬¬

Besos !
Yaiza ha dicho que…
Yo sé de una a quien le hubiera encantado estar en ese momento tan surrealista.

Por cierto, para mi último post cogí prestado tu destello de felicidad (y el de Ismael Serrano).

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