Las horas del verano



Apagada, ocupada - como versa un poema de Wyslawa Szymborska - con aquellos ovillos que obliga la ausencia, Hélène (Edit Scob) es consciente de su futilidad ante los ojos ajenos y distantes. En la azulada penumbra de la soledad parece un objeto más, un elemento vano que tan solo es apreciado y manoseado, besado cuando los almanaques sentencian la previsible reunión familiar. En esos puntuales momentos, en esas horas del verano, se reúne una legión de nietos, su hija Adrienne (Juliet Binoche), Frédéric (tremendo Charles Berling, como siempre) y Jérémie (Jérémi Renier). Pero pese al transcurrir del tiempo la vida no se limita en el presente omnívoro, en ese ideal asentado en la eternidad plena; de eso es consciente Hélène y, cercana a la muerte, avisa a destiempo la partición de todos los legados artísticos que conserva, resultado de la producción pictórica de su marido. Con su último suspiro y la herencia encima de la mesa, todos parecen conformes con los deseos de su madre. Sin embargo, esta conformidad hilada con tímidos asentimientos no sentidos comienza a desmadejarse irrevocablemente como una pieza de Chopin.

Hélène despidiéndose de las horas del verano.  

Ya Martin Heidegger indagó con una mirada caleidoscópica en la pregunta correcta sobre lo que es el ser y, a sazón de ello, en qué es la cosa. ¿Cuándo podemos concebir un objeto como obra de arte?¿Es su artífice el tiempo, lo material, quizás el artista? ¿Crea el objeto en sí al artista o es a la inversa? ¿Qué es un objeto, una cosa, su cosidad? El cineasta Olivier Assayas -que con su obra Después de mayo vuelve a estar estos días en la cartelera de los principales cines españoles- indaga en Las horas del verano (L'Heure d'été) sobre estos asuntos que no pueden desmantelarse como somnolientos o desinteresados en tiempos donde la cosidad impera sobre nuestras vidas. Domando con maestría la narración y teniendo como soporte la admirable fotografía de Eric Gautier y el guión de Clémentine Schaeffer, Olivier Assayas fuerza al espectador a reflexionar sobre la futilidad del cosmos, la ceremonia de danzas entre las diferentes generaciones y clases sociales, los tópicos que ubica como trampa ante el espectador, los valores que reinan en nuestras calles, la decadencia de los imperios europeos y el advenimiento de otros. En suma, una reflexión ecuménica a partir de una historia -en apariencia- banal y donde enfoca en primera plana a los objetos y su (in)utilidad. ¿O acaso enfoca a Hélène y a sus hijos y nietos por ser preconcebidos como objetos? Ya decía el padre del existencialismo que ciertas cosas pueden hallarse fuera de la cosidad, de la nada. Si brotan de ellas lluvias de sentimientos o alberga la eternidad del tiempo (a saber, los recuerdos moldeables), la cosa adquiere un valor y, por ende, una utilidad, una función. Las horas del verano quizás pervivan gracias a los objetos y las cosas. O no...



Título: L'Heure d'été (Las horas del verano)
País: Francia
Año: 2008
Duración: 103 min.
Director: Olivier Assayas
Guión: Clémentine Schaeffer 
Música: Varios
Fotografía: Eric Gautier
Intérpretes: Hélène (Edit Scob), Adrienne (Juliet Binoche), Frédéric (Charles Berling) Jérémie (Jérémi Renier), Lisa (Dominique Reymond), Pierre (Emile Berling), Éloïse (Isabelle Sadoyan)
Producción: MK2 Productions - France 3 Cinéma 

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