A fábrica de nada



 Un fantasma recorre Europa; el fantasma de su fin.


- Voz en off en A fábrica de nada, de Pedro Pinho (2017)




Quedan ecos varados de aquél último toque de queda. La malsonante crisis cuya presencia asoló a gran parte de la población -sobre todo a los países más meridionales de Europa- comienza a programarse de cara al olvido colectivo. La Historia, una vez más, es tildada como una errante fata morgana, inapropiado bálsamo para el futurible presente. Prueba de ello es la  amnesia colectiva propiciada por el triunfo del sofá y su manta con Netflix on demand, el prestigio de la cultura del entretenimiento y su lucro frente a la pantalla imperial del laudatorio individuo. 

Sin embargo, existe todavía un joven y minoritario cine innovador, ácido como mordaz cuya presencia consiste en sacudir conciencias, desangrar al espectador e imprecar la proclama mayor de Godard sin sacrificar la belleza del arte cinematográfico. Descartada la multitud de excepciones hay solamente que fijarse en el cine subversivo en países como Grecia y su nueva ola de cineastas (Yorgos Lanthimos, Argyris Papadimitropoulos, Athina Rachel Tsangari, Ektoras Lygizos) o bien en Portugal con cineastas de la talla de Miguel Gomes (Tabú, Las mil y una noches), Teresa Villaverde (Colo) o Pedro Pinho y su colosal obra A fábrica de nada (2017). Ajenos al maltrecho cine militante de épocas del más combativo Ken Loach, estos nuevos cineastas apuestan por nuevas formas narrativas como estéticas, buscan desdibujar fronteras con claridad y sacudir conciencias por medio del interregno del arte y la vida al más estilo rebelde. 

Zé y sus compañeros en A fábrica de nada
Ejemplo de ello es el largometraje de Pedro Pinho, A fábrica de nada. Con una temática ya expuesta en sendos documentales convencionales por varios autores en las últimas décadas -se me ocurre, The Take (2004), de Avi Lewis, o bien la serie realizada por Dario Azzellini y Oliver Ressler Occupy, resist, produce (2014-2018)- sobre la ocupación de fábricas en un momento de catarsis, Pedro Pinho se distancia y crea una ficción con el empleo coral de géneros fílmicos y un guión, eso sí, magistralmente confeccionado a raíz de múltiples fuentes. Mediante una estructura narrativa difícil de engranar pero convincente y un montaje cinematográfico claro y apacible -espléndida fotografía de Vasco Viana-, se muestra el inminente cierre de una fábrica en una zona industrial de Lisboa y la reacción de sus trabajadores que consistirá en ocupar la instalación y así evitar el despido masivo. Y aquí radica la belleza del filme: evidenciar la vorágine de un sistema global tan agresivo, complejo y extenuante como es el capitalismo a raíz de este mero acontecimiento. Palparlo, sentir el espectador ser parte de la jaula dorada sin un discurso oficioso o mediante dedo acusatorio es el gran éxito del metraje realizado con un formato como es el de 16 mm. Encamina Pedro Pinho un filme que condena el puro exhibicionismo de las contrariedades del capitalismo con la prédica intelectual de la izquierda y se pregunta, a la par, qué armas habrá que tomar para luchar contra esta bestia indómita que desde épocas de Karl Marx se presagia su final que no finaliza. Visto que no son los enclenques sindicatos ya institucionalizados ni la dialéctica y su festín de doctas teorías, ¿habrá que desenterrar las armas empleadas en tiempos pretéritos? ¿O serán esas armas las guitarras del Punk? ¿La conciencia misma de cada uno, del actor y su espectador? 

No es descabellado señalar que A fábrica de nada posee todos los elementos necesarios para considerar que está condenado a ser uno de los mejores filmes de este primer periodo del siglo XXI.  Sus tres horas de metraje no padecen fatiga alguna y comprimen a la perfección un cine combativo sin renunciar a la belleza estética y armonía de registros anímicos frente al espectador. Difícil admitirlo en una fábrica de nada que lo alberga todo, un inminente clásico cuya vigencia navega, de facto, cruzando los umbrales de los días, los años, las décadas. O al menos hasta que agonice el capitalismo y sus contrariedades y se proclame su fin. Aunque claro, eso ya sería otra película. 







Ficha técnica: 

Título original: A fábrica de nada 
Dirección: Pedro Pinho
País: Portugal
Año: 2017
Duración: 117 min.
Intérpretes: Dinis Gómes, Américo Silva, José Smith Vargas y Carla Galvao
Guion: 
Tiago Hespanha, Luisa Homem, Leonor Noivo, Pedro Pinho (Idea: Jorge Silva Melo)
Fotografía: Vasco Viana
Productora: Terratreme Filmes.


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