Almudena Grandes

 

    Pero remar a contracorriente es un ejercicio saludable para el cuerpo, que tonifica el espíritu y fortifica el pensamiento. Remando a contracorriente, contra toda lógica, todo pronóstico, se erigieron los muros de este fuerte que aún resiste. Algunas luchas son más dulces que cualquier victoria. Algunos caminos importan más que el triunfo de llegar primero a la meta. Esos son los esfuerzos necesarios. Ninguna hazaña es tan digna, tan esencialmente humana, como la voluntad de sobrevivir.

- Almudena Grandes, "Defendiendo el fuerte", El País Semanal, 17 de mayo de 2015.


    Se ha ido una de las grandes referentes de la literatura contemporánea española. Almudena Grandes (1960-2021) nos deja un enorme vacío en tiempos de clima enrarecido, brújulas abandonadas y donde tanto sus opiniones periodísticas como sus obras literarias eran un salvoconducto, un Cabo de Buena Esperanza. Apasionada lectora y admiradora de Don Benito Pérez Galdós y Boris Vian, Grandes era la escritora de los vencidos, de los náufragos arrojando luz, acorralando al oscuro olvido y al horror para enaltecer la dignidad humana. Con un estilo solvente, defensora de los héroes anónimos -y concretamente de la figura de la mujer-, su creación literaria fue un hito en un país todavía convaleciente por la amnesia del siglo pasado y sus consiguientes contrariedades. De ahí que se pueda señalar -entre sus múltiples novelas y cuentos- la última e incólume saga de corte galdosiano, los Episodios de una Guerra Interminable. 


    Allá quedan también sus cuentos recogidos en Modelos de mujer (1996), con historias de balcones de los cuales emergen hasta poemas capaces de rellenar todo el vacío de una existencia. Las Edades de Lulú (1989) -que ahora anda escondido en las estanterías en casa de mi padre- fueron la sonrisa vertical en ojos de un lector novel. Te llamaré Viernes (1991) las noches de noviembre bajo la cándida luz que se arroja sobre el sofá; Malena es un nombre de tango (1994) una madrugada de insomnio y desamor. Los besos del pan (2015) una lectura frente al mar. Inés y la alegría (2010) -y las novelas que siguieron- eran símil de un placer semejante a la captura de su ronca voz en el transistor o leer en los aeropuertos, en el café, en casa, en cualquier terraza -a solas-, sus columnas en el periódico. Sus lectores somos hoy más apátridas pero más adultos ante una sociedad cada vez más infantilizada. Defenderemos el fuerte, Almudena. 

      

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