Más allá de los dos minutos infinitos (2020)
—El futuro te controla.
—Eso me suena. Una vez estuve saliendo con un chico que tocaba en una banda y no dejaba de hablar sobre el maldito futuro. Incluso las letras del grupo hablaban de lo mismo. No dejaba de decirme: "me importa nuestro futuro juntos". Pero en cuanto la banda se hizo famosa, dejó de hablarme. No me lo explico, ¿qué pasaba con ese futuro del que tanto hablaba? Tal vez por eso odio el futuro.
- Kato y Megumi, en "Más allá de los dos minutos infinitos" (2020).
Una cafetería para el presente
Existe todavía un cine desprovisto de épica, sin presunciones y donde prevalece el sucinto ingenio en cuanto al relato narrado como a su respectivo discurso cinematográfico. Filmes que, pese al imperio de los Blockbusters y sus majors, se filtran en nuestras retinas y transpiran la esencia del séptimo arte. Ejemplos los hay múltiples para quien conciba su cinefilia ajena al Mainstream y una de las últimas demostraciones es la ópera prima del cineasta japonés Junta Yamaguchi con guión de Makoto Ueda, "Más allá de los dos minutos infinitos".
"Más allá de los dos minutos infinitos" es una original comedia inserta en la ciencia ficción, un cine de guerrilla donde Yamaguchi inmola los moldes narrativos, los cánones imperantes para denotar que con cierto minimalismo se puede engendrar escenas dramáticas coherentes a la narración y desbordar humor del fino en un metraje de apenas 70 minutos. Hilarante, divertido y carente de indiferencia por volcar en el espectador una reflexión sobre la vida en el presente y las repercusiones albergadas en nuestro pasado como en el futuro, así como sobre la duración del aroma del tiempo en tiempos de hiperconexión y futilidad programada, Yamaguchi obsequia un filme ex profeso para amantes del buen cine rebelde y que requieren, en un mundo hostil y enrevesado, una buena dosis de risas. Quizás es más urgente sentarse a tomar una taza de café que estar subiendo y bajando escaleras pensando en un futuro que no preveía siquiera Nostradamus. Y reír, a mandíbula batiente, la dilación del presente.
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