Más allá de los dos minutos infinitos (2020)

 

—El futuro te controla. 

—Eso me suena. Una vez estuve saliendo con un chico que tocaba en una banda y no dejaba de hablar sobre el maldito futuro. Incluso las letras del grupo hablaban de lo mismo. No dejaba de decirme: "me importa nuestro futuro juntos". Pero en cuanto la banda se hizo famosa, dejó de hablarme. No me lo explico, ¿qué pasaba con ese futuro del que tanto hablaba? Tal vez por eso odio el futuro. 

- Kato y Megumi, en "Más allá de los dos minutos infinitos" (2020).

Una cafetería para el presente

    Existe todavía un cine desprovisto de épica, sin presunciones y donde prevalece el sucinto ingenio en cuanto al relato narrado como a su respectivo discurso cinematográfico. Filmes que, pese al imperio de los Blockbusters y sus majors, se filtran en nuestras retinas y transpiran la esencia del séptimo arte. Ejemplos los hay múltiples para quien conciba su cinefilia ajena al Mainstream y una de las últimas demostraciones es la ópera prima del cineasta japonés Junta Yamaguchi con guión de Makoto Ueda, "Más allá de los dos minutos infinitos"


    Comprendido como un film de bajo presupuesto por el uso del iPhone para su grabación, la historia trata sobre el propietario del Café Phalam Kato (Kazunari Tosa) que, tras terminar su jovial jornada, se retira a su apartamento para ensayar algunos temas ante un concierto inminente. Sin embargo, la pantalla de su ordenador se enciende y aparece él mismo en ella, señalándole -o señalándose-, cual un capítulo de Steins;Gate o Doraemon, que es su yo del futuro en dos minutos. A partir de ahí se abre un bucle temporal en la cual los directores de la película comienzan a arrojar a sus personajes en una eterna secuencia -ya iniciada desde el principio del metraje- y que sirve de contraste a la espiral espacio-temporal cuyas dimensiones se van dilatando según avanza la cinta. Sin apreciarse disonantes planteamientos teóricos y empleando el efecto Droste como excusa, surge una máquina del tiempo que nada tiene que ver con la imaginada por Robert Zemeckis o George Pal, basados en la novela de H.G. Wells

    "Más allá de los dos minutos infinitos" es una original comedia inserta en la ciencia ficción, un cine de guerrilla donde Yamaguchi inmola los moldes narrativos, los cánones imperantes para denotar que con cierto minimalismo se puede engendrar escenas dramáticas coherentes a la narración y desbordar humor del fino en un metraje de apenas 70 minutos. Hilarante, divertido y carente de indiferencia por volcar en el espectador una reflexión sobre la vida en el presente y las repercusiones albergadas en nuestro pasado como en el futuro, así como sobre la duración del aroma del tiempo en tiempos de hiperconexión y futilidad programada, Yamaguchi obsequia un filme ex profeso para amantes del buen cine rebelde y que requieren, en un mundo hostil y enrevesado, una buena dosis de risas. Quizás es más urgente sentarse a tomar una taza de café que estar subiendo y bajando escaleras pensando en un futuro que no preveía siquiera Nostradamus. Y reír, a mandíbula batiente, la dilación del presente. 




FICHA TÉCNICA
Título: Droste no hate de bokura (Más allá de los dos minutos infinitos)
País: Japón
Año: 2020
Duración: 70 min. 
Dirección: Junta Yamaguchi
Guión: Makoto Ueda
Música: Koji Takimoto
Fotografía: Junta Yamaguchi
Reparto: Kazunari Tosa (Kato), Riko Fujitani (Aya), Gôta Ishida (Komiya), Mashashi Suwa (Tanabe), Yoshifumi Sakai (Osawa), Haruki Nakagawa (Narita), Munenori Nagano (Kinjo), Takashi Sumita (Furuya), Chikara Honda (Ishizuka), Aki Asakura (Megumi) 

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