Perfect Days (2023)


«Este mundo está compuesto por muchos otros. Parece que están todos unidos, pero hay algunos que no»

- Hirayama, en Perfect Days, 2023 

Komorebi

     La cineasta italiana Alice Rohrwacher manifestaba recientemente que lo importante en un filme -y lo extendería, en general, para cualquier expresión artística- no es tanto la historia en sí, sino la manera en que se cuenta esa historia. Si alguien acude a obras preexistentes de cualquier artista -sea en el cine o en la literatura- podrá comprobar que cuentos y fábulas, relatos novelados o hechos relevantes abordados, suelen ser recurrentes y solamente distinguidos por sus dimensiones estéticas que se enhebran y forman inextricablemente parte de la narración. 
       

        En Perfect Days (2023), el último film del celebérrimo Wim Wenders, la configuración del metraje posee ese carácter armonioso de aleación rescatada entre la belleza estética y discursiva, de imbricación del ser con el mundo. No es un aspecto baladí cuando precisamente esta dimensión cobra gran relevancia en la anodina vida de Hirayama (Koji Yakusho), limpiador de retretes en Tokyo. Para él, un hombre sobre el cual se cierne la última etapa de su vida, de carácter solitario y taciturno, las formas del mundo son origen y motivo de su goce, la fuente del sosiego de su alma. Wenders, declarado admirador de Yasujirō Ozu, elude cargados y soporíferos diálogos dando, sin embargo, protagonismo a una cámara que capta con sosiego y claridad los detalles que conforman el mundo de Hirayama, especie de alter ego del propio Wenders. Al igual que al director de este filme, a Hirayama le gusta un cierto tipo de música donde forman parte The Animals, Lou Reed, Patty Smith u Otis Redding y cuyas letras constituyen parte del hilo argumental de esta película. Junto a la música, la fotografía, pasión y elemento que aparece en prácticamente toda la filmografía de Wenders, es otro elemento sustancial para Hirayama. Con su vieja cámara analógica intenta captar el komorebi, huidiza e intraducible palabra japonesa asignada al fenómeno de la luz solar que se filtra entre las hojas de las copas de los árboles. Pero para apreciar verdaderamente el komorebi, es condición indispensable que la persona posea una mirada atenta, disponga de quietud, serenidad y voluntad de renunciar a las agujas del reloj. Aptitud,  en suma, que alberga Hirayama.  
        Wenders convida al espectador a descubrir el modus vivendi de un personaje que vive, como le recuerda su sobrina Niko (Arisa Nakano), en un mundo aparte. En él, la rutina, plasmada por Wenders  mediante el uso apropiado de la elipsis y tracks oníricos, transmitiendo esa sensación de bucle y hábitat en cápsulas temporales, tiene una función relevante en su vida. En apariencia, todos los días, incluso los fines de semana, parece realizar la misma función, pero en realidad ningún día es un calco del otro. En ellas, siempre parece hallar momentos excepcionales, entrañables o no, y los advierte, siendo consciente de su  consistencia, hecha de la misma sustancia que la de los sueños. Con esta filosofía, en cierta medida parecida a la ataraxia, Hirayama ha encontrado un equilibrio, quizá un refugio donde no le puedan alcanzar los temores, las amenazas, aunque esto también suponga renunciar cruelmente a otros asuntos en la vida. 


            Perfect Days no es, aunque lo pueda aparentar con ciertos gags y recubrimiento visual, un canto a la felicidad. Wenders, como suele ser frecuente en su filmografía, es coherente y, en consecuencia, exhibe también, como en el komorebi, las luces y sus sombras: los anhelos y deseos (truncados o no), los miedos que también habitan en Hirayama, aunque intente esquivarlos o conservarlos a baja intensidad, tal y como se plasma en el film. La cinta de Wenders provoca lo que solo los buenos filmes son capaces de hacer: el deseo de reverla una y otra vez. Porque aparte de su belleza narrativa y visual, es un filme que, debido a una ingente cantidad de detalles, invita a meditar sobre el aroma del tiempo y su atemporalidad, el sentido o sinsentido de la vida, la percepción de lo que nos rodea (véase el vagabundo), la capacidad de crear mundos y consonancias, lo material y el basamento de la ética y moral de la sociedad, sobre la aceptación y la renuncia, o, como bien manifestaba el escritor Junichiro Tanizaki en su obra El elogio de la sombra, apreciar la belleza también de lo opaco y oscuro, de las grietas, de aquello que la cultura occidental ha etiquetado con connotaciones negativas. Y en ese sentido, el epílogo final, mientras Nina Simone canta  Feeling Good, es toda una declaración de intenciones. 



FICHA TÉCNICA 
Título: Perfect Days 
Año: 2023 
País: Japón 
Duración: 124 min. 
Dirección: Wim Wenders 
Guion: Takuma Takasaki, Wim Wenders 
Fotografía: Franz Lustig 
Música: Milena Fessmann
Reparto: Koji Yakusho (Hirayama), Tokio Emoto (Takashi), Arisa Nakano (Niko), Miyako Tanaka (anciana con escoba), Min Tanaka (vagabundo), Yumi Asô (Keiko), Tamae Andô (Sato), Tomokazu Miura (Tomoyama) 
 Productora: Coproducción Japón-Alemania; Master Mind Limited, Wim Wenders Productions

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