#39 Fatoumata Diawara - Nterini (2019)

N’kanu taara yòròjanna 

Ale ma sòn seginma

- Fatoumata Diawara, en "Nteniri", 2019 

    

    Hubo un tiempo donde una parte de la humanidad obnubiló su naturaleza nómada desde tiempos prehistóricos. Concibieron, con lacónica prestancia, el viaje calcáreo como un relajo consumible, perfumado para unos, prohibitivo para otros. Construyeron muros, exhibieron ceños fruncidos, dentaduras milenarias, afiladas, monstruosas, relapsas. Sangre, vociferaban y vomitaban desde sus torres de marfil. Afortunadamente, algunos pocos conocían el lenguaje babilónico, abrieron sus puertas como avezados vecinos de la humanidad. Sabían que las migraciones están infladas de dolor y motivadas por el tesón de la desgracia: muerte, odio, hambre, injusticia. Pocos sabían danzar, emular y reír como llorar el raï, el wassolou, el sema. Y pese a los muros en Bielorrusia, México, Israel, Ceuta o Melilla, las orillas de Lampedusa o la bahía de Corea, las islas del Egeo, los aeropuertos de Kabul o Adén, el planeta seguía girando, la gravitación ordenando el cosmos y los humanos moviéndose. Danzaban y cantaban para desasirse del dolor y la muerte, dejando atrás su amor.