Claudio Biern Boyd

    Hay una generación que está de luto. Una generación cuya tierna infancia, arrebatada por la natural como implacable caducidad del tiempo, prorrumpía llantos y risas a partes iguales en un país donde todavía se servía la comida en vajillas de vidrio Durapex, los padres coleccionaban vinilos, los quioscos exhibían su sobrecargado empaque colorido de tebeos y periódicos frente a plazas inseguras por los centrochuts de díscolos y prometedores jugadores de fútbol o corredores de fondo que pillaban al primero que se interponía en su trazada huída hacia el último aliento de júbilo hecho porvenir. Y donde solamente existían, junto con las frecuencias moduladas de la radio, dos canales en el televisor del salón capaz de abducir, por breves instantes, a esos locos bajitos que éramos nosotros. 

     Con la pérdida de Claudio Biern Boyd (1940-2022) concluye -quizá definitiva y simbólicamente- una ya clausurada infancia de una generación que se nutrió de sus series de animación. Guionista y productor, fundador de la productora de animación BRB Internacional, Biern Boyd no solamente impulsó y situó a España en el mapa mundial de la animación junto a Japón -donde, de hecho, se crearon muchas de las series producidas por la BRB-, sino que acercó a muchos jóvenes a la literatura de Julio Verne, Alejandro Dumas o Wil Huygen. Sus series de animación, tales como D'Artacan y los siete Mosqueperros, La vuelta al mundo de Willy Fog o David, el Gnomo y su posterior secuela La llamada de los Gnomos, el juez Klaus transmitían y contagiaban a los pequeños telespectadores virtudes vitales como urgentes: el cuidado y el valor de la amistad, el amor, la defensa del bien y la razón ante el mal, la empatía, el cuidado del medio ambiente. Si a esto le sumamos el suspense, el drama, la aventura, el humor, así como el prodigioso cuidado de las bandas sonoras y canciones presentes en las referidas series, podemos afirmar que se tratan de auténticos clásicos en la historia del serial de animación en nuestro país por su inapelable vigor y calidad, así como su aportación y fusión con la cultura popular de un determinado momento. Pero eso, quizá, lo deberán juzgar las generaciones futuras. La nuestra le agradece a Claudio Biern Boyd, ahora en ciernes de reencarnarse como árbol, tal y como le ocurría a David el Gnomo y a su esposa Lisa, por haber edulcorado nuestra infancia, ahora exiliada en el recuerdo. 

Comentarios

nmj.graphiteart ha dicho que…
Cómo me gustaba Willy Fog! Me sumo al agradecimiento :)
Diebelz ha dicho que…
¡Y a mí! Recuerdo que mi padre nos llamaba desde el salón gritando que comenzaba el programa. Dejábamos de jugar y corríamos para acostarnos sobre la alfombra a ver Willy Fog. De todas formas, según los testimonios de la época, era un fan incondicional de David, el Gnomo. Recuerdo que teníamos el libro de Will Huygen, "Los Gnomos", y me parecía un libro fascinante. Y hasta hubo por ahí una foto donde se me veía disfrazado como David, el Gnomo para una fiesta de carnaval en el colegio. Recuerdo que me picaba la dichosa barba... :P
nmj.graphiteart ha dicho que…
Jajaja ¡Eres una caja de sorpresas!:D

Entradas populares