Cormac McCarthy

«¿Qué es lo más valiente que has hecho? 
Escupió en la carretera una flema sanguinolenta. Levantarme esta mañana, dijo.» 

 - Diálogo entre padre e hijo en The Road, de Cormac McCarthy (2006).

        Se le puede infundir sentido al hecho irónico de disolver sus últimos latidos precisamente en el lugar sobre el cual siempre escribía: la frontera. Con la muerte del celebérrimo escritor Cormac McCarthy (1933-2023), el mundo de las letras también pierde a uno de los últimos como escasos referentes de la novela anti-western o western crepuscular. Con un estilo incapaz de eludir su evocación faulkneriana, McCarthy proyectaba en sus novelas un paisaje desolador, crudo donde escapar era el leitmotiv, sea en épocas pasadas, en torno al presente o en escenarios distópicos. Sus personajes derrotados, los antihéroes del mañana, eran los eternos errantes cuyos pasos buscaban una frontera que cruzar. Como la sombra de Prometeo o el aliento de un Dios extinto, sus figuras buscaban entender la cartografía de nuestras existencias, cuáles eran y son los cimientos de la humanidad cuando se difuminan virtudes y desaparecen modelos y ya no se es capaz de distinguir entre el bien y el mal; cuando no quedaba más remedio que huir de monstruos que se podían llamar Anton Chigurh o ser el juez Holden. Condenados a vivir en perpetua huida ante un mundo violento como desolador, sea en No country for old men (2005), The Road (2006) o bien en Blood Meridian (1985), sus protagonistas eran el anhelo y el pulso de una humanidad desnortada en tiempos pretéritos, consumidos, digeridos y hechos presente. Habrá que suspirar por las novelas que pudieron ser y no fueron, aunque aquí se quedan las que son. Y su mensaje: buscar, avanzar y cruzar esa maldita frontera. Aunque nos cueste la vida. 



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