El caftán azul (2022)


«Un caftán debe sobrevivir al transcurso del tiempo»

- Halim, en Le bleu du caftan (2022)

Lo importante es amar (y vivir)

    «Las cosas son vigilantes del recuerdo», nos recordaba en alguna ocasión el poeta granadino Luis García Montero. El resguardo y cuidado de los objetos sería un acto de rebeldía ante el mundo perecedero, una garantía de continuidad frente al avance de los minuteros, la lealtad frente al olvido. Sin embargo, existen otras dimensiones que han de atenderse con respecto a los utensilios que creamos y conservamos, que habitan adheridos a nuestros contornos. De todo ello todavía no es consciente el sastre Halim (Saleh Bakri) que, junto a su mujer Mina (brillante y eterna Lubna Azabal), regentan una tradicional tienda de caftanes junto a la medina de la localidad de Salé. Ambos sobreviven ante el avance de las máquinas de coser y los cambios de moda, padecen del frenesí de los cronómetros y relojes, la plomiza e invisible represión que cercena sus pasos y limita sus espacios de hábitat. Hasta que un desmayo les advierte de una inminente desgracia. 
     

    La cineasta marroquí Maryam Touzani vuelve a exhibir con maestría la búsqueda del aliento en una sociedad asfixiante y cuyas contrariedades y conflictos internos también ha demostrado su marido Nabil Ayouch en sendos filmes 
(Los caballos de Dios, 2012; Razzia, 2017). Si en su ópera prima Adam (2019) Maryam Touzani abordaba la angustiosa situación de la mujer ante el embarazo extramatrimonial, la viudedad o la maternidad, en su segundo largometraje muestra la agonía que padecen los homosexuales, aunque también otros temas transversales que aparecían en su primera cinta, tales como el valor del trabajo artesanal, la sororidad y apoyo mutuo, la práctica religiosa ajena a los dogmas; el amor, así como el dolor y el duelo, siempre ocultos. Para ello, Touzani retoma la fotografía de Virgine Surdej cuyas evocaciones a la pintura de Vermeer permiten representar con mayor sensibilidad y belleza la supervivencia ante la opresión silenciosa de una sociedad cínica como atávica. También obsequia a la cinta una atmósfera atemporal que permite apreciar la perduración de la amargura. Sus personajes, desheredados y repudiados, se ocultan en habitaciones semioscuras, entre colores arenosos y pálidos, al margen de la medina de cuyas entrañas surge una lejana y alegre melodía que no pueden bailar. El cine de Touzani, sin embargo, también rezuma una gran carga de sensibilidad gracias a unos silencios que calan y emocionan como pocas veces se puede apreciar en el cine. Son silencios dialogantes, puros, cristalinos,  llenos de sinceridad; pero también rebeldes. Además, es un cine donde el detalle es un elemento fundamental en su narración, donde las furtivas miradas, el cigarrillo, los zapatos frente a la cama; la fotografía en el taller, las telas y bordados relatan una historia cándida y, según avanza el metraje, se va completando como un enigmático mosaico. 

     El caftán azul es una pieza de artesanía, un film donde se representa, ante todo, la importancia del amor que no entiende de fórmulas ni de convenciones sociales. Donde los objetos adquieren otro sentido. Quizá para avanzar, para vivir y amar, debemos desprendernos de los objetos. Y vivir con y en la persona amada.
       

FICHA TÉCNICA 
Título: Le bleu du caftan 
Año: 2022 
País: Marruecos 
Duración: 122 min. 
Dirección: Maryam Touzani 
Guion: Maryam Touzani, Nabil Ayouch 
Fotografía: Virgine Surdej 
Música: Kristian Eidnes Anderson 
Reparto: Lubna Azabal (Mina), Saleh Bakri (Halim), Ayub Missioui (Youssef), Zakaria Atifi (Bachir), Mounia Lamkimel (clienta), Abdelhamid Zoughi (el médico) 
Productora: Les films du nouveau monde, Ali n' Productions, Snowglobe Films

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