Ezequiel 25:17: Lo 'Literal'
— ¡Di ‘literal’ una vez más, di ‘literal’ una vez más! ¡Te reto dos veces, cabronazo! ¡Di ‘literal' una maldita vez más! —vocifera un Jules imaginario, empuñando el arma con determinación.
Allá por la década de los ochenta de un siglo ya en ciernes de cobrar un tono sepia sin ayuda de filtros virtuales, un tal Frederic Jameson le practicaba a la posmodernidad una disección lingüística que bien podría haber retratado Rembrandt como lo hizo del Doctor Tulp y su lección de anatomía. Para asombro del propio Jameson, la narrativa de una cultura hegemónica -como es la propia posmodernidad- se permitía ahora practicar un nudismo desenfadado, falto de pudor y lleno de osadía. A todas luces, todos podían apreciar un discurso o relato -antes oculto- y comenzaron a señalarlo sin tapujos con en dedo índice y acusatorio en alto. Así las cosas, este elemento categórico de una cultura asumida como propia, se fue engrosando en el lenguaje cotidiano hasta tal punto que ya todos lo digieren sin desmayos ni malestar, tal y como se deglutan las imágenes del horror o los furiosos claroscuros morales. La voz suave y digitalizada del último podcast random habla del discurso de fulanito; la periodista en prime time del relato de la oposición; el influencer del discurso cinematográfico de fulanita. Literal. ¿Literal? ¿Otra vez literal? Se dice un Jules Winfield con la cabeza levemente ladeada y el entrecejo fruncido. Por desgracia para Jules, lo literal va aunado a la ya elogiada narración o discurso voyerista. Si antes el relato encubierto tan solo se insinuaba bajo un halo de misterio y ambigüedad seductora, ahora, a vista de todos, no queda margen para la figuración, el risueño juego alegórico, siquiera sentido para la metáfora o los enigmáticos símbolos. Los consumidores de la cultura del tercer milenio muestran una inclinación por los relatos o discursos desnudos, claros, sin tonos grises ni ambiguos. Así, una mayoría prefiere una literatura plana y fría frente a relatos algo más complejos, poéticos, acaso alejados del tiempo o encajados en los márgenes. El cine de fórmula y trama sencilla, con su plano general, plano corto, salto de eje y vuelta a empezar gusta más que los saltos mortales de «Todo a la vez y en todas partes». Esculturas lisas, lienzos y hogares minimalistas, arquitectura funcional. Lo literal es preciso, fiel, textual, claro, cambio y corto. Se busca sin ambages y rápido entender algo que, de per se, es complejo aunque se ignore este hecho. El estado del mundo, el arte de la política, la literatura, el cine, las relaciones personales, la ética y hasta la fe son elementos complejos y donde se requiere del misterio ahora ninguneado. Lógico que Jules Winfield se enfurezca cada vez que navega por las redes sociales o encienda el televisor. Porque lo han vuelto a decir. Literal.
Texto by W.
Ilustración by maseOne
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