Une vie de chat


- ¿Desde cuando la policía salva a los ladrones?
-  Pues desde que los ladrones rescatan a niñas en peligro, ¿no?
Diálogo entre Jeanne y Nico, en une vie de chat (2010)


Sabido es que la bohemia (la bohéme) es un modus vivendi, un contrarresto ante el maderamen de una sociedad sedentaria y aburguesada, una ausencia - a fin de cuentas- de la escala de valores que impera en nuestras calles. Y como diría Henri Murger ¿dónde sería eso posible sino en París? O visto desde otro ángulo, calibrando con los signos de interrogación: ¿Qué sería París sin la bohemia?

Nico y Dino contemplan su ciudad desde los tejados
La obra une vie de chat (una vida de gato), desprende ese aroma de contrahechos y pinceladas bohemias aludidas anteriormente. Una nostalgia aún por cabalgar y explorar en el imaginario de cada espectador, si bien es cierto que el filme en sí no es una excepción a la regla, un punto y aparte en cuanto a su trama y argumento. El ojo se despega del asfalto, se rinde ante la noche parisina y sube a los tejados donde vaga un oscuro gato (Dino) y que será el hilo conductor de esta historia esférica, previsible, banal, pero que aprueba por su estética y guiños cinéfilos.  Un ladrón llamado Nico -alegoría a ese Cary Grant personificando al gato del filme de Alfred Hitchcock To catch a thief (1955)- se ve entrometido en un gran golpe que intenta dar el gángster Víctor Costa (obvia alusión al gran actor James Cagney que en múltiples obras de cine negro supo interpretar con gran maestría al personaje mafioso). La inspectora de policía Jeanne como su hija Zoé también se verán enredados en este ovillo de suspense forjado a base de casualidad. 

La cinta de animación destaca por su puesta en escena, con dibujos donde el expresionismo y el precubismo toman un gran protagonismo en las figuras, ensalzado además por la presencia de obras artísticas de origen antropomorfas. La ilustración - que me ha recordado a la obra de la argentina Claudia Degliuomini y que recomiendo encarecidamente- destaca además por su vivaz y coherente paleta, cuajando a la perfección con una banda sonora aderezada al gusto de la narración policiaca, es decir, con pentagramas jazzísticos, tonalidades propias de la chanson y esas características tramas propias del género del cine negro, esas que auspician una tensión en la narración. 

Une vie de chat, así es la vida de Nico, como la de un gato...
Se cometería un grave error encasillar esta cinta -auténtico emblema de resistencia artística ante las megalómanas productoras de Disney & Pixar- según grupos de edad y otros criterios igual de dubitativos. Une vie de chat guarda -pese a algunos puntos débiles- un espíritu instructivo, en cuanto que hace tributo a la cinefilia en sempiterno peligro de extinción -mensaje que también portaba aquel majestuoso filme L'Illusionniste, de Sylvain Chomet- y enaltece el arte que se destila en toda la cinta. Incluso el hábil espectador podrá atisbar en la trama argumentativa algún que otro guiño a la vie bohéme, es decir, a algo fuera de lo común, algo que deja a algunos enmudecidos, como si le hubieran comido la lengua el gato.




Título: Una vie de chat (Un gato en París)
País: Francia
Año: 2010
Dirección: Jeap-Loup Felicioli, Alain Gagnol
Guión: Alain Gagnol y Jacquss-Rémy Girerd
Música: Serge Besset
Producción: Folimage - France 3 Cinéma

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