Javier Tolentino - El cine que me importa


El otro día me encontré con un alumno en prácticas con el que había coincido en el Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, concretamente siendo ambos miembros del Jurado Popular. Tras charlar sobre nuestros asuntos propios de la vida laboral me da por preguntarle sobre el cine y si conocía, por casualidad, el programa El séptimo vicio, de Javier Tolentino. En el momento de responderme, con cara de asombro pero a la par de cierto cruce de melancolía, asombro e indignación, me respondió: 

- "Hombre. ¡Pues claro que sí!"

Y es que hablar de Javier Tolentino es como hablar del cine de autor. Es decir, que para una minoría es un estandarte, una columna más en nuestra órbita cinematográfica. Pertenece, si se quiere, a las pantallas y a los libros de Román Gubern, Sánchez Noriega, Ingmar Bergman, Tarkovsky, Truffaut, Kurosawa o Yasujirō Ozu y demás y cuyas existencias se anidan a nuestros costados. Es como hablar en sigilo, dubitativamente, con miedo por si no conocen la voz que, serena, pausadamente, se alumbra entre los martes y viernes por una onda modulada prácticamente desconocida. Sin embargo, son algunas -selectas- personas que siguen su programa de radio en el cual, de manera natural y casi espontánea, inquieta a algunos y reconforta a otros elegidos personajes del mundo cinematográfico y musical. De ahí que para el radioyente de sus programas sea todo un sismograma cuya vigencia enarbola la tranquilidad ante un mundo tan corroído por máscaras y tragaperras. Eterno amante del cine, sea de dentro y afuera -recuerdo su breve presencia en una cinta muy divertida como "En busca del Óscar" (2019), de Octavio Guerra- Tolentino es un referente sine qua non se entiende el cine en nuestro país. De ahí que haya ampliado mi biblioteca con uno de sus libros: El cine que me importa (Editorial Larousse, 2014). 

Javier Tolentino - El cine que me importa 
Testigo en algún que otro programa suyo como errante que es con su micrófono y de las salas de cine -siempre desde el anonimato- su lectura me ha parecido como una grata charla distendida sin palabras entre copas de vino o leves, pero bien tiradas, cañas de cerveza,  en torno a algún que otro filme visto por ambos pero coincidentes en su valoración. Su libro se lee pausado, casi consultativo, sin prisas o ansias. Se justifica -quizás más de lo que se exige- que sus filmes elegidos son un sentimiento, un instante que se aleja de la rigurosa crítica académica o del canon elegíaco del mundo mainstream u oficial que impera en el cuarto poder. Eso, precisamente, es lo que más valoro. Resulta que estando en el Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria topé con un compañero que me confesó una verdad innata: "A mí poco me importa la calificación, lo que fuercen los otros por lo que yo tengo que pensar. Lo que importa es el sentimiento que me trasmite cuando se apaga la luz, tras abandonar la sala. Da igual los encuadres, la temática, la textura, la innovación, la gesta o el tributo. Me quedo con lo sentido". Ese comentario me conmovió, me hizo sonreír en silencio, tibio, quizás, pero es lo que verdaderamente pienso. El cine, como la literatura, la escultura, la arquitectura, el cómic, la imagen en sí conmueven según los ojos que admiran esa pieza sumida en el mar de treguas inacabadas. Y es así cómo puedo verme reflejado en el libro de Tolentino cuando habla -brevemente- de filmes y autores que admiro y seguiré admirando, tales como los de John Ford, Bergman, Almodóvar, Miguel Gomes, Michael Hanecke, Robert Guédiguian, Hong Sang-Soo, Danis Tanovic, Zhang Yimou, Víctor Erice, Ken Loach, Rossellini, Kaurismäki, Armendáriz, Oliveira, Coppola, Aranoa, Kiarostami, Berlanga, Jia Zhangke, Wong Kar-Wai y una gran retahíla que no tiene fin. 

Estos días andaba pensando en todos los filmes que le faltaban por introducir en su libro -¿Nuri Bilge Ceylan, Fatih Akin?- y pensé en lo tortuoso, arduo que resulta armar un libro así porque en mi caso -también- me resultaría de una tarea titánica configurar un libro de tal calibre que se te queda corto. Sin embargo, para cualquier cinéfilo, es indispensable asumir la pausa de nuestros días ajetreados y volcar su lectura en estas breves reseñas de Javier Tolentino. Si tienen la misma sensibilidad que posee el que suscribe y el autor del libro se verá más que complacido e incluso tentado a elaborar su propio libro sobre el el cine que importa. Sí, de aquél que nos provoca horas de reflexión, de recapacitación, de observar como lo hace Tolentino en el paisaje sea en Lisboa, Las Palmas, Segovia, Cannes, San Sebastián o algún que otro lugar oculto en Chile. A fin de cuentas, el cine que me importa es la vida que me importa. 

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