Tres cuartos de cuartilla para Manolo: Der Struwwelpeter

    
    En tiempos de un equinoccio forestal, la quinta columna de la opinión más mediática que pública se sacude su hojarasca casposa. Aunque se consideren los Harlem Globbetrotters de la estilográfica periodística, sus análisis y discursos improperios se hallan tan fuera de órbita como las tácticas de guerra vintage que no han cesado en practicar multitud de países con afán metternichniano. Quizá desnortados por la hiperseñalización ahistórica del presente, quizá por el chute de anhelo nostálgico por evitar el desenlace de Macbeth en un siglo precedente como carcomido, lo cierto es que hay un desencaje del mundo consciente, tal y como se constata con la dialéctica libidinosamente exhibida del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde: el sólito tour de force de construir un relato, de llamamientos a las trincheras y guerras de posicionamientos estribados bajo el galope de una Historia enfurecida y atendiendo, cual Alicia, al reloj y su correspondiente prisa del conejo blanco. La atrocidad de esta normalidad, que debería ser insólita, es su consciencia: está desvelada, despierta. No es que se pretenda insistir en camuflar la mentira, cual Houdini, sino que se exhibe hasta con socarronería. Se acepta colgar banderas ucranianas hasta en tu balcón, pero se multa por ondear una bandera palestina. Se prohíbe la competición deportiva de los rusos, pero Israel puede continuar cantando en Eurovisión mientras ataca a 50 centros sanitarios en la Franja de Gaza. 

     La apuesta de los poderes fácticos y algunos militantes histéricos carentes de brújulas históricas por desempolvar los manuales de la Guerra Fría, es de un cálculo huérfano en un mundo global. Hay una demente ofuscación obsesiva-compulsiva por jugar al Risk con un manual de instrucciones caducado. Muchos deberían releer aquel libro para niños de Heinrich Hoffmann, Der Struwwelpeter. En él hay algunos breves cuentos que advierten de lo que pasa cuando alguien juega con cerillas o no ceja en chuparse el dedo. Cierto, la cosa acaba mal.

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