Ghassan Kanafani - Una trilogía palestina
«Un rayo de sol se filtró por la ventana e iluminó el delgado hilo de sangre que corría por las baldosas de la cocina de un blanco reluciente. Resonó la voz del silencio. Fuera, los perros ladraban rabiosamente sin cesar y solo los acalló el ruido de sus pasos que, como el ataúd colgado en la pared, golpean: golpean con cruel insistencia, implacablemente, contra mi frente. Golpean encima de él, masa inerte. Golpean. Golpean. Golpean.»
- Ghassan Kanafani, en su novela Lo que os queda, 1966
Se nace y se muere en la hermenéutica proyectada por territorios no solo literarios, sino cuyas existencias poseen unas coordenadas geográficas, esquirlas que destellan incesantemente. Palestina es una de ellas, una región circunscrita a la imposibilidad de atisbar cercana si no es mediante la distancia testimonial recogida por lentes de cámara, su música o literatura, obviando el patente estorbo que causan los sesgados y opacos telediarios de esta otra orilla del mundo.
A Ghassan Kanafani (1936-1972) se le considera, y no de manera inmerecida, padre de la narrativa palestina. Pese a que su actividad literaria quedó relegada a un segundo plano por su acreciente actividad periodística como política (fue cofundador del Frente Popular para la Liberación de Palestina), Kanafani generó el basamento de las letras palestinas, dotándolas no solamente de sentido sino también de forma, navegando entre el realismo y la introducción de elementos estilísticos innovadores e inscritas al convenio entre expresión artística y el devenir histórico del pueblo palestino. Aunque solo pudo escribir cuatro novelas, tres de ellas, que conforman la denominada «Trilogía Palestina», son muestra de ello.
Constituida por las novelas «Hombres en el sol» (1963), «Lo que os queda» (1966) y «Um Saad» (1969), la trilogía acoge en su seno las principales inquietudes de la comunidad palestina, pero también aglutina armoniosamente relatos adheridos al asfalto de su tiempo que concurren paralelamente. Quizá lo más significativo de este conjunto de obras sea su carácter integrador como progresivo porque, pese a ser historias individuales poseen ciertos vínculos entre ellas y tres momentos distintos de la recién emprendida Historia de Palestina, consagradas a proyectar la sustantividad palestina que defiende Kanafani.
Así, en «Hombres en el sol» parte desde los escombros de la Nakba para esbozar un relato desolador cuyo tema principal es el exilio. Empleando un formato propio del realismo, Kanafani tantea por primera vez el sentido de identidad palestina, indaga y se pregunta cuál es el lugar de una comunidad sumida en la miseria, apátrida y carente de futuro. Su historia itinerante, la de cuatro hombres de generaciones dispares y que vivieron o asimilaron la Nakba de manera diferente, plantea no solamente un primer tanteo con la memoria y el deseo, sino también una sugerente reflexión sobre el ser humano y sus actos, del peligro de la alineación temeraria o el miedo que anula cualquier forma de resistencia o voluntad.
Pese a su destacada calidad literaria, «Lo que os queda» no fue bien recibida por el público general que la declinó por su complejidad estética y supuso para Ghassan Kanafani el retorno al realismo, dado que meditó sobre el motivo de su escritura y sus lectores. Es así como con «Um Saad» vuelve a una escritura clara y, evidentemente, más apegada a su militancia política. Empleando la narración en primera persona, Kanafani relata desde el punto de vista del escritor, y a modo de breves episodios, las vivencias de Um Saad, madre de un joven que decide convertirse en fedayín para luchar contra la ocupación israelí. Así, Kanafani enfatiza con ayuda de sus principales personajes la fuerza motriz del movimiento revolucionario, es decir, el requerimiento de teoría y praxis, intelectualidad y clase trabajadora que representa el dúo escritor-Um Saad. Como consecuencia de un proceso evolutivo ya reflejado en las anteriores novelas, en «Um Saad» se aboga sin acritud ni sospecha por la defensa de la lucha armada, única fórmula que no solamente permitirá recobrar la dignidad de Um Saad, sino que supone el único camino para alcanzar la identidad de la comunidad palestina, capaz de erradicar todos los males que padecen. Con un cariz más combativo y optimista, el último relato que cierra su trilogía se adscribe en un momento de plena agitación mundial donde las fuerzas oprimidas comienzan a movilizarse contra los poderes fácticos, pero también en la cual los territorios ocupados toman conciencia de que deben de valerse por sí mismos tras la derrota árabe en la Guerra de los Seis Días (1967).
Asesinado junto a su sobrina Lamis, de tan solo 17 años, por una bomba colocada bajo su coche por el servicio secreto israelí de la Mossad, Ghassan Kanafani se convirtió, irónicamente, en un rasgo propio imbricado en la identidad cuyo rastro buscó hasta exponer con rotundidad en un lenguaje potente con poesía en la recámara. Su obra fue -y es- fuente de inspiración no solamente para Mahmud Darwish y otros escritores, sino para generaciones que, habitando en la diáspora de la sinrazón, todavía buscan el olor de la tierra húmeda, el tronco del olivo, la vid que un día Um Saad plantó.
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