Fin de ciclo

     Desnudo, frente a la lavadora, contemplaba la grillada lisonja del tiempo. Con presteza centrifugada, hallábase en sus pupilas reflejadas un ovillo tormentoso, un vórtice cuyo confín se postulaba en la santa unción de los cuadrantes del almanaque ya crucificados y olvidados en la breve memoria del teatro. A mil revoluciones se diluían los perfumes, el sudor, las salsas pringadas, el olor a tabaco, el roce, la clara ausencia, el cambio climático, el saludo con su despedida, los horarios y sus tareas. Era, en suma, la suma que ahora restaba: nada. 

    Abrió la compuerta tras el fin de ciclo que era, a la par, su inicio. Palpó la ropa empapada y percibió una agresiva fragancia edulcorada. Dudó un instante al recomponerse frente a la máquina del tiempo. La inauguración, el pistoletazo de salida, quedó clausurada. Cerró la compuerta y mantuvo el principio de permanecer desnudo el resto de sus días. 

By W.