Shoah (1985)

 

«No me interesa la realidad, sino la evocación de la realidad. No quiero imágenes reales, son falsas. Una vez alguien me dijo que en mi película se escuchaban los gritos de los niños. En Shoah no existe un solo llanto infantil, pero, es verdad, se les escucha». 

 - Claude Lanzmann 

Shoah: un nombre eterno que jamás será borrado

     Pocos filmes resisten ante la carcoma del tiempo siendo su vigencia tan briosa y necesaria, vital ante el avance impasible de nuestros días, encadenados al minutero del aliento. Sobre Shoah, de Claude Lanzmann, se ha escrito y opinado a raudales, siendo así casi imposible aportar algo sobre, sin duda, uno de los hitos del cine documental, en particular, y del cine, en general. 

    Sus casi nueve horas de metraje -elaborado con material filmado durante once años- no deja a nadie indiferente y cautiva al espectador por su peculiaridad. En este inusual filme, el director francés evita cualquier artificialidad: no hay banda sonora, no hay documentos fílmicos, no hay muleta alguna que proyecte una narración que, a todas luces, es inenarrable. A las entrevistas que recoge se le superponen imágenes del paisaje inalterado, ajenas a la ficción. Se ven a los testigos, a los supervivientes, a los verdugos que explican un horror que el espectador recrea -se ve forzado a realizarlo- en su mente. De pronto, el espectador ve imágenes que no están presentes. Oye además llantos, gritos, dolor, odio, piedad, desazón, desesperación aunque haya silencio. Porque hablamos del Holocausto, la Shoa, la catástrofe que nunca debió de existir y que, pese a los genocidios de hoy en día, nada se le asemeja en cuanto a su irrealidad y horror; fue un punto de inflexión en la humanidad que el devenir recogió como una advertencia ante lo posible y que sigue, lamentablemente, pendiendo de un hilo. 

    Claude Lanzmann hace con su documental al espectador un elemento activo. Sin él, sin duda, el documental no tiene sentido y las imágenes, el sonido, solo se pueden entender ante la palabra y la imagen inalterada, las ruinas de un hecho que permanece eterno. El antiguo combatiente de la resistencia francesa se alza como un entrevistador tiránico: fuerza a los supervivientes, pese a sus súplicas, a continuar con el relato, aunque estén derrumbados. Miente y expone a los verdugos con su rostro y nombre, pese a que querían mantenerse en el anonimato en el filme (de hecho uno de los nazis lo descubrió y le dio una paliza) como muestra de la justicia histórica ("mentí porque ellos mentían a diario a los judíos"). Graba a quienes se quedaron con las casas y propiedades de los judíos exterminados, sus risas, su cinismo, su antisemitismo. Pero así, y solo así, implacable como un Napoleón luchando contra las adversidades históricas, genera el relato adyacente a la realidad. Muestra, de manera cruda -como solamente se puede evidenciar-, el hecho desde todos sus ángulos para mostrar un acontecimiento sin que el espectador recaiga en la nulidad, sino que sea capaz de recordar, grabar, reflexionar sobre los episodios recreados por el testimonio que debe seguir vivo en ellos. Inocula en ellos, sin que lo sepan, la responsabilidad presente en el futuro. 
     

Shoah tuvo, sin duda alguna, un gran impacto en una época donde se comenzaba a olvidar. Y tuvo tanto impacto que su título -su término hebreo- comenzó a aparecer en los libros de texto de Historia como sinónimo de Holocausto. Muchos fueron los estudios y publicaciones nutridas por este inclasificable documental junto, quizá, la obra del historiador Raul Hilberg. Queda no olvidar y recordar los nombres de Filip Müller, Simon Srebnik y todos aquellos que aparecen en las lápidas de los lugares que visitamos y vamos a visitar para evitar que nunca jamás se vuelva a repetir una Shoah. Y para recordar que ellos siguen vivos en nosotros. 

 

FICHA TÉCNICA 
Título: Shoah
Año: 1985
País: Francia 
Duración: 566 min. 
Dirección: Claude Lanzmann 
Guión: Claude Lanzmann
Fotografía: Dominique Chapuis, Jimmy Glasberg, William Lubtchansky 
Música: - 
Reparto: Intervenciones de Simon Srebnik, Michael Podchlebnik, Motke Zaïdl, Richard Glasar, Filip Müller, Hanna Zaïdl, Franz Suchomel, Franz Grassler, Raul Hilberg, Henrik Gawkowski,entre otros.
Productora: Les Films Aleph, Historia, Ministère de la Culture de la Republique Française

Comentarios

Entradas populares