Puentes

     Mensuró, acompasadamente, las posibilidades. No era precisamente una persona bisoña en su oficio. Conocía muy bien los puentes y recordaba, con cierto rastro de melancolía, los puentes en todas sus dimensiones. Desde los escrupulosos y reducidos puentes de los jardines imperiales de Kyoto, pasando por el disonante puente de cuerda inca de Queshuachaca hasta aquellos, como el puente de Øresund, que suponían un desafío para los parámetros establecidos por la ciencia y se perdían en un horizonte de azabache. Apoyó sus codos contra la balaustrada y meditó también sobre aquellos puentes solamente proyectados y concebibles en unas dimensiones imaginables y, sin embargo, prosapias de la inconsciencia colectiva. Precisamente en ese espacio más que construir, dinamitaba los puentes. Con el aplomo propio de quien ya ha dictaminado sentencia, abandonó su compostura meditativa y avanzó sorteando los cables hasta la máquina de voladura. 


By W. 

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