Tormentas

«Tendré canciones 
que borren para siempre 
tu vida de la mía. 
Como un conjuro 
que aparte de mi lado 
el miedo y el dolor».
 
 
- Muerdo, en Tendré canciones, de su álbum 'La mano en el fuego’, 2018


      No se advierte a simple vista. No hay un manual de instrucciones, un consejo extraordinario de alarmas que te avise sobre lo que te ocurre. Pero es similar a cuando estás nadando y comienzas a sentir que te hundes. Entonces tu braceo se convierte en aspavientos, tus sinuosas y correctas batidas de piernas en patadas y tu rostro sereno se transfigura en otro compungido tras pasar previamente por uno intermedio de ira, odio. Es una tormenta sin ley de gravedad, una paleta de tiempos desnutridos, un torbellino de léxicos rotos, torpeza de calendarios enmudecidos. Pero al final, cuando te ves en el fondo de la piscina, notas un aura insonora, hecha al vacío. Un llanto de un dolor que intentas de expulsar como un vómito hasta verte, casi o hecho inerte, como un aguacero mascado. Y entonces notas cómo una patita de gato sobre tu mejilla es la única salvaguardia que ha quedado, la última y diminuta llama en este mundo. 

       Uno avanza descalzo sobre un paisaje pedregoso. Marcha sin poder progresar, sino para conservarse. Porque todo es incurable en uno mismo que son sus 85 lunares, las tres cicatrices, su debilidad por la poesía, su estatura baja, el iris verde, el cine de Aki Kaurismäki, su cabello castaño, su amor por los gatos, el café, su credo filosófico sin cauce, los músculos atrofiados, el bonsái, las escápulas aladas, Albert Camus, la distrofia muscular, Chet Baker y la depresión. Se progresa para preservarse, pero no en formol, ni para embalsamarse en la banalidad de los almanaques regidos por GPS; siquiera para ser exhibición museística. Se conserva, pese a su inutilidad, por prolongar un poco más la existencia y sus pulsaciones de aquellas cosas que soy y me hacen ser ante el deterioro de las esperanzas y la sentencia con su veredicto que le asechan, cercan con cada vez más ímpetu. 

        Vivir también es doler. No hay vida sin temerla como se le teme a la muerte, al amor, al paisaje, al pasado y al resto de estados temporales. Aceptar e intentar de comprender al dolor, integrarlo como al resto de nuestros órganos vitales, uñas y piel, nos permite enriquecernos con algo de aire en latitudes inopias, secarnos con el dorso de la mano, dulcemente, los poemas de Pizarnik y hallar algo de paz que ni se imagina el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. No es obvio ni sencillo. Pero uno se instruye -con ayuda profesional- y le apena que haya costado y dejado tras de sí un reguero de cadáveres para poder ya advertir los primeros síntomas e intentar aferrarse al mástil para superar las puntuales crisis que a uno le sacuden. Sí, hasta en eso se está solo. 

      Pero por alguna extraña razón se suelen disipar, aunque en el horizonte todavía se aprecian cómo, lentamente, se van distanciando y sabes que, por precaución, harás una consulta. Pero te reconforta que te hayas podido levantar con tan solo ver la cabeza inclinada de tu gato maullando tierna e inocentemente por el desayuno a las seis de la mañana. Y sientes que has recobrado, algo extrañado, algo de energía, que has superado, provisionalmente, los duelos y lutos que te brinda la vida. Que amaina el estremecimiento de tu cuerpo hecha hoja y, aunque todavía notas una dulce opresión con cada canto, dejas de jugar con tu gato y coges el bastón. Cruzas la puerta y sales a la calle. No esperas ilusiones ni milagros. No albergas esperanzas. Estás y estarás solo. Morirás solo. Pero llevas una partitura en tu bolsillo. 
        



Comentarios

nmj.graphiteart ha dicho que…
Me acabas de atravesar."Ebrio de errores, me pierdo a veces por sentirme vivir" Es de Fernando Pessoa. Me apunté la frase mientras leía el Libro del Desasosiego. Me parece fascinante. Sentirse vivir, perderse y la ebriedad por errores. Demasiadas cosas dichas en pocas palabras. Su libro me acompaña mucho, lo tengo en el cabezal como compañero y refugio. No sé si lo has leído, pero quería compartirlo contigo. Un abrazo grande 🫂
Diebelz ha dicho que…
Sí, sí, lo he leído hace años y es de mis favoritos, como casi todo de Pessoa. Gracias por tu comentario y rememorar a Pessoa. ;)

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