Lifeboat (1944)

«Dying together's even more personal than living together»
- Connie Porter, en Lifeboat, 1944

    El naufragio del mundo

    A efectos de metabolizar el plano de la realidad, el ser y sus terrores ocultos mediante analogías visuales y campos gravitatorios en torno a la constrictiva narrativa del suspense, pocos cineastas llegaron a destacar de un modo tan inusitado e inapelable como es el caso de Alfred Hitchcock. Y muestra de ello es llegar a encontrar en su prolífica filmografía, alejado del mundanal blitz de listas canonizadas y títulos beatificados, no solamente filmes de una calidad insospechada, sino de historias misteriosas, insólitas que, más que sepultadas, aparecen a la deriva en un océano propio del olvido, huérfanas y expectantes ante una mirada todavía incapacitada para reanimarlas. 


    Como aquellos objetos, residuos y cadáveres sostenidos en la superficie de un mundo hecho trizas, capaces de conformar el contexto y parte del relato mediante su sola presencia al inicio del metraje de Lifeboat (1944), así opera la historia, los filmes de Hitchcock; semejante a un puzzle donde el espectador debe ir encajando las piezas facilitadas. Tras unos primeros minutos que evocan por su poderío rítmico y visual a The Lodger (1927), el maestro del suspense presenta una trama vertiginosa, sustentada y llevada al extremo mediante elementos estéticos como narrativos tensados sin clemencia. Con guion de John Steinbeck y Jo Swerling,  Lifeboat parecía ser un filme de náufragos destinado a diluirse tras el ocaso de la II. Guerra Mundial cuando su explícita alegoría de unas democracias a la deriva frente a un nazismo imperioso no se ajustaban a los términos propagandísticos del momento, pero tampoco a la elaboración del pasado por su cruda visión, carente de heroicidad o trampaojos computados con sospechosas ficciones colectivas. Sin embargo, su incólume cuerpo estético y estilo narrativo son seguramente dos de sus principales bazas por las cuales no se ha podido tumbar a este film maldito que, además, supone una rara avis en la filmografía hitchcockiana. Mediante una cámara que, sin abandonar el bote salvavidas, situándose en diferentes ángulos, capta extravagantes showdowns, baile de máscaras y situaciones verdaderamente macabras, Hitchcock y Steinbeck no solamente exhiben un estado del mundo con toda su complejidad (véase los personajes que representan a la clase obrera, el empresariado o la prensa; la sociedad consumista, la ceguera del fanatismo, etc.); es, además, un thriller psicológico cuya progresión y agonía se plasman en esta fábula coral con sus siniestros personajes y en un espacio abierto que, representando en apariencia la libertad, acrecienta una sensación claustrofóbica inusual. 


    Si bien es cierto que Hitchcock era un cineasta que no dejaba nada al azar, que construía historias con una densidad con aparente ligereza, no es de extrañar que Lifeboat ofrezca una miríada de detalles dignas de ser comentadas. Sin embargo, el suspense en tiempo real y su apuesta por el espacio reducido hacen de Lifeboat un filme peculiarprecediendo en este aspecto a Rope (1948), cinta esta última donde ya lima y emplea con mayor soltura estos dos nuevos elementos hitchcockianos. Pero es igual de cierto que su (re)visionado alberga, junto a su vigencia penitente, los dilemas morales con resoluciones inconclusas, también esa extraña facultad de evocar una fugacidad conservada en ámbar; el terror sincronizado con el presente que perpetúa su rodaje a la deriva. El mundo, parece ser, sigue siendo un naufragio.
   

FICHA TÉCNICA 
Título: Lifeboat 
Año: 1944 
País: EE.UU.  
Duración: 96 min. 
Dirección: Alfred Hitchcock 
Guion: John Steinbeck, Jo Swerling 
Fotografía: Glen McWilliams 
Música: Hugo Friedhofer
Reparto: Tallulah Bankhead (Connie Porter), John Hodiak (John Kovac), Walter Slezak (Willi), William Bendix (Gus Smith), Mary Anderson (Alice MacKenzie), Henry Hull (Charles J. Rittenhouse), Heather Angel (Mrs. Higley), Hume Cronyn (Stanley Garrett), Canada Lee (Joe Spencer) 
Productora: 20th Century Fox

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