Crónica sentimental de un año: 2022

    

«Puedes pasarte la vida haciendo planes, si eso te entretiene. Puedes pensar lo que vas a ser de mayor, decidir tu futuro dentro de veinte años, soñar con lo que harás cuando te jubiles y tengas todo el tiempo para ti. Puedes planificarlo todo, si te gustan los planes, pero no olvides lo que dijo John Lennon: 'La vida es aquello que te va sucediendo mientras tú te empeñas en hacer otros planes'»

- Jesús Quintero (1940-2022)

    La munificencia del perdón quedó atrapada tras el silencio. La aceptación del error de cálculo una presbicia histórica que, obedientemente, debía relegarse de la conciencia. Tac-tac-tac-tac. Seguía tecleando con impulsiva desesperación sobre su máquina de escribir. Se detuvo y miró de soslayo el calendario. Nerviosa se levantó y suspiró. Fue al mini-bar heredado de un siglo ya caduco con intención de prepararse una copa. Su cuerpo, ya trémulo, se heló al percibir un fuerte golpe en la ventana. «Es el viento», se decía. «Solo es el viento. Tengo tiempo. Lo estoy haciendo bien». Volvió al escritorio, centro neurálgico de aquella estancia cuyas paredes revestidas de madera eran tan british como ella misma. Posó su copa colmada hasta arriba junto a la vieja Olivetti y se sentó. Notaba una extraña sintonía entre su teclear y los golpes del viento contra las alargadas ventanas que, de pronto, se abrieron de par en par. La embestida, el furor del torbellino permitieron que danzaran las enormes y lúgubres cortinas en la habitación. ¡Ay!, exclamó antes de saltar de la silla e ir, inmediatamente, a cerrarlas. Un breve apagón. Milésimas de segundos antes que su lámpara, postrada sobre su escritorio, la única fuente de luz de toda la estancia, volviera a alumbrar. Suspiró de nuevo. Regresó a su sitio. Pero ya era la tarde. Lo supo en cuanto notó su presencia. Estaba a oscuras, sentada en el sillón orejero junto a la biblioteca. "Hola, Jessica"

        Advirtió un vacío en su estómago al percibir el saludo. Temblaba. También la copa de la cual sorbió. Su voz.

    —Le...le dije que me llamo Angela. Jessica Fletcher es un personaje que interpreté. ¡Me ha confundido!

    —Pero veo que has escrito lo que hemos pactado —respondió la extraña voz oculta en el sillón orejero—. Por algo será, ¿verdad?

    Nerviosa, titubeante, no sabía qué responder. Pero la voz continuó: 

    —Era tan fácil, Jessica. Ya sabe lo que le pedí. Esa máquina de escribir no es una máquina cualquiera. Es capaz de escribir la Historia en mayúsculas. 

    —Lo sé. Y ya he visto su resultado —respondió Angela mientras se volvió e intentó buscar a la extraña figura oculta entre las sombras—. Usted también. Creo que he cumplido. 

    —En parte, Jessica.

    —¡Deje de llamarme Jessica!

    —Tranquila, Jessica. Porque voy a recordarte lo que de verdad quería de ti. 

    »Si mal no recuerdas, te pedí una guerra que ocultara todas las demás guerras. Y en parte acertaste al crear aquella guerra de Ucrania que colapsó -hasta día de hoy-prácticamente todos los medios de comunicación de este maldito planeta. Ellos ya hicieron el resto al inculpar a Vladimir Putin de psicópata, enfermo, demente. Al menos no se habló de los oligarcas, ni de la dupla de responsabilidad, siquiera de los negocios que seguían marchando, marchan y deben marchar. Pero hubo filtraciones y algunos se enteraron que continúa la guerra en Mali, los golpes de estado en Burkina Faso o la Guerra de Tigray. Y tampoco pudiste ocultar las revueltas de Sri Lanka, Irán, Afganistán o las tensiones presentes en Taiwán o Perú. Siquiera a los 92 inmigrantes desnudos en la frontera entre Grecia y Turquía


    »Pero lo intentaste. Reconozco que intentaste desinformar a la población con los grandes eventos. Ya sabes, aquella bofetada de Will Smith en los Óscar, el triunfo de Rosalía y su Motomami en los Grammys, Ucrania -otra vez- ganadora en Eurovisión o el funeral de Queen Elisabeth II con cámara dentro de su ataúd incluido y sus pobres, huérfanos corgis en los titulares de la prensa internacional. Hasta osaste rememorar a la princesa Diana-y sus zapatos-, sin motivo aparente. Pero así, al menos, hiciste que se olvidaran de la muerte de Vangelis, Wolfgang Petersen o Jean-Luc Godard. Porque, sinceramente, ¿qué aportaron? ¿Bandas sonoras de filmes de Ridley Scott? ¿La Historia Interminable, Das Boot, Troya? Y ese impertinente francés de la Nouvelle Vague, ¿qué se había creído que era? ¿El Mesías del Séptimo Arte por rodar Al final de la Escapada o Banda Aparte? Todos sabemos que necesitamos filmes carentes de contenido y belleza. Al menos ganó el Óscar un remake francés y nadie se dio cuenta. Y sí, intentaste ocultar también la pérdida de Peter Bogdanovich o Sidney Poitier pero, sinceramente, a nadie les importa, ¿verdad? Sus aportaciones al cine clásico, lo mismo que todos aquellos actores que asesinaste, Jessica, son mero sentimentalismo tras las retinas de algunos atentos espectadores. Niños que ahora, envejecidos, gastados, recuerdan los dibujos animados de Claudio Biern Boyd, a Kirstie Alley en Mira quien habla o a los mafiosos que interpretaban Ray Liotta, James Caan, Tony Sirico o Paul Herman en filmes de Martin Scorsese, Francis Ford Coppola o series como Los Soprano. Todos actores que nunca fueron aclamados y solamente valorados por la nostalgia perdida. En realidad, Jessica, no era necesario acribillarlos. 

    Angela, ya ronca en un llanto entrecortado, se tapaba la cara. No podía creer lo que había escrito. Sin embargo, la misteriosa figura, impasible, sentada en su sillón orejero, continuó:

    »Lo mismo no entendí la pérdida de Gorbachov, Jessica. ¿Acaso el mundo ya no es lo suficientemente heterónimo como cuando existía el muro, la Unión Soviética? Pero bueno, poco se habló de él y más de ese polémico mundial de fútbol en Qatar. Acertaste en darle la victoria a la Argentina pero no fue un evento capaz de ocultar sus complejidades y el verdadero valor de lo que es el fútbol hoy en día. Videla lo hizo mejor. Hoy, el verdadero fútbol, se halla en la tercera división. Y admito que hiciste bien en ocultar el arte mandándome a Ouka Leele y su maravillosa fotografía, a Javier Marías y su espléndida prosa, a Coolio y su tema de toda una generación y a Jerry Lee Lewis y su rock atemporal a mi mundo. Así nadie los reclamaría y hablarían -mientras el mundo se derrumba- de Messi

    Como congestionada, Angela, llena de lágrimas, elevó su rostro y preguntó, tartamudeando: 

    —En...en..tonces, ¿cu..cu..ál es el pro...pro..blema? 

    La sombra se elevó y avanzó hacia Angela. La luz desplegada desde la lámpara del escritorio llegó a alumbrar parte de su negra capa, así como una mano esquelética que le mostraba un i-pad. 

    —Mira este video que se ha hecho viral —le señaló la sombra. 

    Y Angela le dio al play: 

Al terminar la reproducción, Angela, abatida, lo entendió todo. 

    —No hace falta que te lo explique. Has matado a este tal Jesús Quintero y ahora las personas no paran de hablar de la urgencia climática, de utopías, de esperanzas, de paz, de ética. Y lo que es peor: no paran de leer. ¡Libros! ¡Libros y más libros! ¡Marcuse, Horkheimer, Adorno, Manuel Sacristán...A Marx! ¡Leen a filósofos! ¡Leen a los clásicos, a los contemporáneos! ¡Leen y no paran de leer! ¡Ven películas en Filmin! ¡En Filmin!

    Angela Lansbury, cabizbaja, desplegó, de pronto, una sonrisa que elevó y se la mostró a la Muerte. La Muerte, confusa, no supo reaccionar. 

    —¿Por qué sonríes? 

    —Porque esto también lo escribí yo. ¿Recuerdas que fui también la Bruja Novata

     El crimen perfecto. 


Comentarios

nmj.graphiteart ha dicho que…
Estoy aplaudiendo mientras leo. También has tocado mi talón de Aquiles. Una maravilla en cualquier caso. :)
Diebelz ha dicho que…
Para la próxima crónica espero entonces hacerlo mejor. Dependerá también del año pero enfocaré el relato de otra manera. Gracias ;)
nmj.graphiteart ha dicho que…
Uis, no me expliqué bien 😅 Bueno yo quería decir que me ha parecido fantástica. Que tocaras mi talón de Aquiles creo que es positivo. El enfoque lo vi súper creativo... Ay W, a mí me ha encantado. 🥰
Diebelz ha dicho que…
Gracias ;)

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